martes, 20 de abril de 2010

Audiencia 9

CASO LABOLITA: AUDIENCIA 9

Con una sala de audiencias repleta, el coronel Alejandro Guillermo Duret (56) hizo uso de su derecho a declarar ante el tribunal oral federal que lo juzga por el secuestro, las torturas y el homicidio del militante peronista Carlos Alberto Labolita, desaparecido el 25 de abril de 1976 en la ciudad de las Flores. Luego de su testimonio se negó a contestar las preguntas de las querellas y la fiscalía.

Armado con una gran cantidad de papeles en los cuales tenía apuntado el discurso, Duret ingresó a la sala de audiencias. La primera advertencia del presidente del tribunal fue que no se le permitiría leer porque se trataba de una declaración indagatoria. Durante su alocución, el imputado evitó hablar de los hechos que se le imputan. A cambio realizó una serie de gráficos en una pizarra, citó a John William Cook y tuvo que ser interrumpido en varias oportunidades para que se ciñera a la causa y no divagara con reseñas históricas y detalles del funcionamiento interno de las Fuerzas Armadas.

Frente al tribunal compuesto por los jueces Carlos Rozansky, Nelson Jarazo y Alejandro Esmoris, Duret dijo ser inocente de los delitos que se le imputan. Además aseguró sentirse un chivo expiatorio, un trofeo. "Me siento un objeto de venganza y no un sujeto de justicia".

El coronel de 56 años repitió una y otra vez que no buscaba justificar lo ocurrido con Carlos Alberto Labolita, a quien dijo no conocer hasta el año 2007 cuando fue citado a declarar como imputado por crímenes de lesa humanidad

Antes de comenzar su exposición, Duret entendió que debía hacer una salvedad entre el joven teniente de aquellos años que cumplía funciones en el Grupo de Artillería de Azul y el coronel de 56 años que lleva tres años y medio bajo prisión preventiva.

El imputado recordó que el joven teniente llegó al regimiento de Azul el 18 de diciembre de 1975. A los pocos días, el 23, entró en operación cuando tuvo que pasar la navidad realizando controles de ruta ya que el Ejercito Revolucionario del Pueblo (ERP) había intentado copar el cuartel de Monte Chingolo.

Luego de un mes de licencia, en febrero de 1976, Duret supo que lo habían designado jefe de la subunidad de Inteligencia. Allí, según el imputado, sólo realizaban informes sobre el terreno y las condiciones climáticas de la zona. Con respecto a sus actividades, una vez iniciado el golpe de Estado, el 24 de marzo del 76, dijo que nada cambió que siguió realizando las mismas tareas. Además aseguró que hasta octubre de ese año fue el único oficial designado en Inteligencia.

Duret recordó que la información sobre los políticos, gremialistas y todas aquellas personas que pudieran ser "sospechosas", la brindaba la policía. Según su testimonio, la única operación contra la subversión que realizó fue el secuestro de varios números de la publicación Estrella Roja, hallados por la policía de Las Flores, debajo de un puente.

Basándose en las declaraciones de los familiares de Carlos Alberto Labolita, Duret dijo que la víctima era de interés para la zona militar de La Plata y no para el regimiento de Azul ya que Labolita había militado allí y no en Las Flores.

A la hora de defenderse no dudo en afirmar que los golpes de Estado en la Argentina se realizaron para "salvarle las papas a los políticos pero los platos rotos los pagamos los militares". Argumentando que el país estuvo bajo estado de sitio durante casi 10 años –desde el 75 hasta 1983-, y que durante ese lapso estuvieron suprimidas las garantías constitucionales, aseveró: "yo no he cumplido nunca una sola orden ilegal"

También aseguró que el juicio al que está siendo sometido se encuentra "entre la venganza y la justicia. Entre la condena o el respeto a la República".

Durante la declaración de Duret, tanto la fiscalía como la querella, solicitaron al tribunal que el imputado apuntara su testimonio a los hechos que se le imputan y que "no divagara"en cuestiones intrascendente que no hacen a la causa penal. A pesar del reclamo, el coronel se tomó todo su tiempo para graficar en una pizarra, una serie de organigramas que explicaban detalladamente el funcionamiento y la organización interna de las Fuerzas Armadas y del regimiento de Azul donde él cumplía funciones.

Con respecto a la información de Inteligencia, dijo que la documentación llegaba al jefe de la unidad –en este caso el general Pedro Pablo Mansilla, el otro imputado en al causa- y no al oficial de Inteligencia. Sí reconoció que como responsable de la subunidad tenía a su cargo la tarea de descifrar los mensajes criptográficos que provenían del Estado Mayor Conjunto.

Para concluir con su testimonio, el coronel Duret aseguró que durante el juicio quedó evidenciado que él no recibió a Labolita en el regimiento de Azul. Que "quedó claro" que la oficina de Inteligencia era un "sucucho" donde era imposible que una persona "haya sido torturada durante cinco días en ese lugar". También afirmó no haber tenido ninguna experiencia en tareas de inteligencia a la hora de asumir su cargo en febrero de 1976 y que nada justificaba que pagara un inocente por el "afán de justicia de la familia Labolita".

A la hora de responder el cuestionario de la fiscalía y las querellas, Duret contestó "no voy a contestar ninguna pregunta".

Alrededor de las 16.30, el tribunal dio por finalizada la audiencia y programó los alegatos de la querella para el próximo jueves 25 de junio. En tanto, la defensa lo hará el lunes 29.

Advertencia

En un pasaje de su exposición, Duret fue reprendido por el juez Carlos Rozansky, al vincular al actual secretario de Derechos Humanos de la Nación, Eduardo Luis Duhalde, y al procurador general de la Nación, Esteban Righi, con hechos delictivos.

El coronel acusado de delitos de lesa humanidad, aseguró que Duhalde representó a la organización Montoneros en la Junta Coordinadora Revolucionaria, bajo el nombre de guerra "Demían". Ante, semejante declaración, el juez Rozansky, interrumpió a Duret y le ordenó que se abstuviera de realizar imputaciones a funcionarios del Estado.

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