martes, 20 de abril de 2010

Audiencia 4

Caso Labolita: Audiencia 4

Hugo Saúl Ferray y Juan Roque Urraca aseguraron ayer, frente a los jueces que juzgan a dos militares por el secuestro, las torturas y la desaparición del militante peronista Carlos Alberto Labolita, que el coronel Alejandro Duret (56) –uno de los imputados- fue quien participó de su captura y los sometió a interrogatorios bajo tormentos. Por otro lado, el tribunal decidió no citar a la Presidenta de la Nación Cristina Fernández, ni a su marido como testigos en la causa.

Juan Roque Urraca ingresó a la sala de audiencias, pasadas las 18. Fue el cuarto testigos de la jornada. Frente al tribunal describió con detalle los siete días que pasó como detenido desaparecido durante la última dictadura cívico militar.

A principios de junio de 1977, Urraca se desempeñaba como administrador interino del cementerio de Las Flores, atendía su comercio en el centro de la ciudad y militaba en la JP junto con Carlos Labolita.

El testigo contó que el 2 de junio un grupo de militares llegaron en un camión del ejército y le solicitaron que los acompañara hasta el cementerio. Uno de los oficiales, un joven alto, rubio y de ojos claros, le preguntó cuales eran los trámites necesarios para enterrar a una persona. Urraca declaró que luego de la visita, supo por otros empleados municipales que la persona que andaba a bordo de un camión militar por el centro de Las Flores era el teniente Alejandro Duret.

Esa misma noche cuando Urraca llegó a su casa fue secuestrado por un grupo paramilitar. El testigo recordó que cuando salió junto a su socio de su comercio notó que dos Ford falcon, uno rojo y otro azul, los seguían.

Según su relato, los secuestradores estaban armados y cubrían sus rostros con medias de mujer. Fue subido en uno de los Ford falcon y se alejaron de sus casa. La primera parada fue en la casa de Hugo Ferray, un compañero de militancia de Urraca y de Labolita. A partir de ese momento el testigo se desoriento en el espacio. Sólo dijo que recorrieron un largo camino, pro hasta el día de hoy nunca supo donde estuvo.

Al llegar al lugar de cautiverio, fue engrillado y encapuchado. El primer interrogatorio al igual que los cuatro que siguieron, fueron bajo tortura: “Me acostaron desnudo en un catre me mojaron y me picanearon”. Le preguntaron por su militancia, por sus compañeros de la JP y si era Montonero. Cuando nombró a Carlos Labolita, la voz de su interrogador contestó: “no, boludo a ese ya lo tenemos”.

Urraca cree que estuvo detenido una semana. Un día lo sacaron del calabozo, lo subieron a un auto y lo dejaron atados de manos en la esquina de las calles 17 de Octubre y Perón, a las afueras de Las Flores.

La voz de Duret

Como último testigo de esta audiencia declaró Hugo Saúl Ferray, compañero de militancia de Labolita en Las Flores, quien también fue detenido de manera ilegal a principio de junio del ´77.

En su testimonio, que duró alrededor de 45 minutos, Ferray reconoció a Duret como la persona que le hacía las preguntas en las reiteradas sesiones de tortura a las que fue sometido.

En un relato desgarrador, recordó como en la noche del 2 de junio, al retornar de su trabajo, encontró sentado en el living de su casa a una persona encapuchada. Inmediatamente, fue encañonado con una pistola.

En ese momento recordó, que al llegar vio dos automóviles Ford Falcon –uno rojo y otro azul- estacionados en la vereda de enfrente. Los dos vehículos, al momento de ingresar a su casa, cruzaron y se estacionaron en la puerta. De ellos, bajaron cuatro personas más.

A punta de pistola le pidieron que se identificara para luego subirlo en la parte trasera de uno de los automóviles a golpes. De igual modo, fue recostado sobre el piso y a patadas le exigieron que no levantara la cabeza. “Me doy cuenta de que encararon para la Ruta 3 y observo –porque todavía no me habían encapuchado- que tomamos hacía el sur”, expresó el testigo y aclaró que se dio cuenta por un cartel de una estación de servicio YPF que hay en ese camino.

Luego de transitar alrededor de mil metros, descendieron por un camino de tierra donde lo bajaron y lo encapucharon, sin dejar de golpearlo. Además, Feray recordó que en ese momento lo picanearon con un dispositivo que conectaban al automóvil mientras otro de los secuestradores sugirió que lo “mataran y listo”. Allí se produjo un entredicho entre los captores y decidieron continuar la marcha que, por el tiempo estimado, Ferray estimó que se dirigían a Azul (100 Km aproximadamente).

Esposado, con las manos en la espalda lo bajaron por una escalera y lo dejaron solo por un tiempo que no pudo precisar. Allí, fue sometido a interminables sesiones de tortura en las cuales le aplicaban electricidad en su cuerpo mientras estaba engrillado sobre un elástico de metal. Además, fue sometido a tormentos psicológicos como simulacros de fusilamiento y amenazas que involucraban a sus familiares. “Si no hablás todo lo que estás viviendo vos lo va a vivir tu madre”, recordó que le decía una voz mientras continuaba encapuchado.

Durante la tortura Ferray recordó que una voz –siempre la misma- proveniente de una persona que se colocaba a su izquierda le preguntaba constantemente sobre si conocía a Labolita, Villegas y “Ciche” Medina. También le llamaba la atención que le preguntaran sobre si su sobrenombre era un nombre de guerra (desde la escuela primaria lo apodaban “El peje”).

Otro dato importante que aportó el testigo fue una idea del lugar donde estuvo detenido por aquellos días. Según expresó, mientras estaba en cautiverio, escuchaba constantemente ruidos de ferrocarril y un sonido característico de las maquinas secadoras de cereales. Con estos datos, años después Ferray pudo reconocer que el lugar de su cautiverio fue la Unidad Regional de la Policía Bonaerense.

Sin poder precisar cuanto tiempo pasó desde su captura, el testigo relató que fue liberado al borde de una laguna ubicada en cercanías de Las Flores.

El relato continuó haciendo hincapié en el coronel Alejandro Duret, remitiéndose a un hecho particular que llevó al testigo a asociar sus tormentos con la figura del militar. En una fracción de su declaración en la cual recordó que una vez liberado, mientras ayudaba a su padre –que era mayordomo municipal, a servir un chocolate en el desfile cívico militar de una fiesta patria (podría ser 9 de julio o 20 de junio) reconoció a su espalda la voz que escuchaba en las reiteradas sesiones de tortura. Cuando giró para ver quien era, un hombre flaco, alto y rubio; uniformado con una insignia de subteniente (estrella plateada) lo reconoció e inmediatamente se fue del lugar. Luego de consultar a otros empleados municipales sobre “qué militares iban habitualmente a la municipalidad” le contestaron entre otros el nombre del coronel Alejandro Duret. En ese momento el fiscal pidió al tribunal que el acusado se pusiera de pie para que el testigo pudiera reconocerlo. Ferray, giró su cabeza y luego de unos instantes, dijo estar casi seguro de que era la misma persona. También, en la oportunidad del desfile, reconoció estacionados frente al edificio municipal, uno de los automóviles Ford Falcon que participaron en el operativo de su secuestro. En ese momento, el dato fue confirmado por el padre de Ferray que en la noche del secuestro apuntó la patente de los automóviles.

El juicio continuará el próximo lunes a partir de las 10 con el cronograma previsto. El testigo que ayer no declaró y Pastorini (declarante en la audiencia del 8 de septiembre) fueron reprogramados para el martes 16 del corriente.

Néstor y Cristina no declaran

El tribunal oral federal decidió que la Presidenta de la Nación Cristina Fernández y su esposo Néstor Kirchner no declararán como testigos en la causa que se investiga el secuestro, las torturas y la desaparición de Carlos Labolita.

Por mayoría el tribunal compuesto por los jueces, Alejandro Esmoris, Carlos Rozansky y Nelson Jarazo decidieron no dar lugar al pedido de las querellas y el ministerio público fiscal para que el matrimonio presidencial comparezca como testigo en el juicio contra el general retirado Pedro Pablo Mansilla (77) y el coronel Alejandro Duret (56).

Los jueces Jarazo y Esmoris determinaron que los testimonios de Cristina Fernández y de Néstor Kirchner no constituyen “una prueba manifiestamente útil” para los hechos que juzgan en esta causa.

Por su parte el magistrado Rozansky, dejó en claro su posición a favor del pedido de las querellas y el ministerio público considerando que es “pertinente el pedido de llamar a declarar a Néstor Kirchner y a la Presidenta de la Nación.

Rozansky entendió que el matrimonio Kirchner no sólo compartió una amistad y la vivienda con Carlos Labolita sino que en los últimos días en La Plata fue Néstor Kirchner el que insistió para que Labolita no viajara a Las Flores a sabiendas del riesgo que corría su vida.

Por último, Ronzansky argumentó que los Estados están obligados a investigar seriamente los crímenes contra la humanidad perpetrados por el mismo Estado y que bajo esa premisa es necesario escuchar el testimonio de Néstor Kirchner y que la declaración de la Presidenta, quedara supeditado a lo dicho por su marido.

La solicitud para que el matrimonio presidencial sea llamado a comparecer frente al tribunal fue formulada por el abogado querellante Cesar Sivo, quien consideró que su testimonio podría ayudar a terminar de armar el cuadro probatorio expuesto por Gladis D’ Alessasndro, viuda de Labolita. Durante su declaración realizada el jueves, la mujer nombró en varias oportunidades a Néstor y Cristina Kirchner como la pareja de amigos que estuvieron junto a ella y su marido hasta que decidieron volver de La Plata a Las Flores.

El querellante en representación de la Secretaría de Derechos Humanos de la provincia de Buenos Aires, Eduardo Rezses y el fiscal Daniel Adler habían adherido a la solicitud.

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