martes, 20 de abril de 2010

Audiencia 6

Causa Labolita: Audiencia 6

Dos ex presos políticos que compartieron la cárcel con Carlos Orlando Labolita declararon ayer frente al tribunal oral federal que juzga al general retirado Pedro Pablo Mansilla (77) y al coronel Alejandro Duret (56) por el secuestro, las torturas y el homicidio del militante peronista Carlos Alberto Labolita, desaparecido en Las Flores el 25 de abril de 1976. Además, en la sexta audiencia, prestó testimonio una testigo de concepto presentada por la defensa de Duret.


Néstor Oscar Lauría de 58 años y su hermano Rubén de 54 fueron detenidos como presos políticos a disposición del Poder Ejecutivo Nacional (PEN) a fines de 1975. En el pabellón 4 de la unidad penal 7 de Azul, conocieron a Carlos Labolita padre, quien fue detenido la madrugada del 24 de marzo de 1976, apenas iniciado el golpe de Estado.

El primero en pasar a declarar frente al tribunal compuesto por los jueces Alejandro Esmoris, Carlos Rozansky y Nelson Jarazo fue el mayor de los Lauría. Néstor Oscar contó que mientras estaban en la cárcel junto a su hermano y al padre de Labolita se enteraron que Labolita hijo había sido detenido. Además relató que durante el tiempo que estuvo detenido supo de todos los esfuerzos que hizo la familia Labolita para poder dar con el paradero de Carlos Alberto.

Los hermanos Lauría fueron propuestos como testigos por la querella y la fiscalía para desmentir la versión de un testigo de la causa que hoy está mue
rto. En su declaración del 21 de agosto de 1986 en el juzgado federal de Azul, José Viegas, un gremialista de Luz y Fuerza de Las Flores, aseguró que mientras estuvo detenido en la comisaría de Las Flores vio como la noche del 25 de abril de 1976 Labolita hijo fue encerrado en uno de los calabozos y que dos días después él, Labolita y su compañero Rafael Amicone fueron trasladados a Azul. Labolita fue dejado en el regimiento militar en el área de inteligencia y el resto fue llevado a la cárcel. Además dijo que por comentarios de terceros supo que un tal Lauría había visto a Labolita descender de un avión en el aeropuerto de bahía Blanca y que ese avión provenía de Neuquén.

Con respecto a esta versión, Néstor Lauría aseguró que vivió en Bahía Blanca entre los años 1970 y 1974 mientras estudiaba en la universidad y que "en ese periodo no sabía de la existencia de un ciudadano de apellido Labolita".
Por último, relató que mientras estuvieron en la cárcel escuchó de boca de otros presos políticos que los responsables del aparato represivo en Las Flores y la zona eran los imputados Mansilla y Duret.

Rubén Lauría (54
) fue secuestrado en su casa de Azul por un grupo de personas de civil en agosto de 1975. Según su relato fue llevado a la unidad regional de la Policía Federal donde fue interrogado bajo tortura. Después de unos días fue tr
asladado a la cárcel de Azul donde conoció a Labolita padre.

El menor de los Lauría contó ante el tribunal que estando preso en la cárcel, la información "empezó a aclarase" y Labolita padre supo que su hijo había estado detenido en la comisaría de Las Flores y que había sido trasladado al regimiento de Azul. También aseguró que nunca supo que Labolita hijo haya estado en Bahía Blanca con posterioridad a su secuestro, el 25 de abril de 1976.

En cuanto a los imputados, Lauría dijo, que en la cárcel "sonaban" los nombres de Duret y Mansilla como jefes de la represión. "Mansilla como jefe del cuartel y Duret como jefe de Inteligencia", recordó el testigo.

La versión "light" de Duret


Estela Maris González de Marengo (58) fue presentada por la defensa del coronel Alejandro Duret como testigo de concepto. La abogada trabajó junto al imputado cuando éste se hizo cargo de la dirección de auditorias del Instituto de Obra Social del Ejército (IOSE) y ayer declaró frente al tribunal oral federal que juzga a su ex superior y al general retirado Pedro Pablo Mansilla.

González de Marengo recordó que cuando le informaron quién era Duret, le presentaron "el currículum de un hombre brillante" que realizó cursos de capacitación en el exterior e integró misiones de paz en el extranjero. Además, agregó que apenas ocupó su puesto, Duret se inscribió en la universidad Favaloro para capacitarse en todo lo referido al manejo de una obra social.
La abogada definió al coronel imputado por crímenes de lesa humanidad como una persona de una "gran solidaridad" que se preocupaba por los afiliados y que hacía "carne sus problemas" También, manifestó que le parecía "injusto todo lo que le está pasando".

Al momento de las preguntas, el abogado querellante César Sivo le preguntó a la testigo si sabía el papel que Duret había desempeñado en "lo que se llamó la guerra contra la subversión". La mujer respondió que nunca se les había informado nada al respecto y que esos antecedentes no figuraban en el currículum al que ella tuvo acceso. También aseguró que no hablaba con Duret de lo ocurrido entre los años 1976 y 1983, ni de los motivos por los cuales muchos camaradas del coronel se encontraban detenidos.

Antes que la mujer se levantara del banquillo de los testigos, el presidente del tribunal le preguntó si tenía alguna relación con el imputado. González de Marengo reconoció ser amiga de Duret y aclaró que esa amistad no inhabilitaba la "objetividad" de su declaración.

El que solo se ríe…

El 24 de marzo de 1976 Alejandro Guillermo Duret tenía 23 años. Con el rango de teniente primero cumplía funciones en el Grupo de Artillería Blindada 1 de Azul "Coronel Chilavert". La mayoría de los testigos que declararon en el juicio que se le sigue por el secuestro, torturas y homicidio de Carlos Alberto Labolita lo describieron como un joven alto, rubio y de tez blanca.
Tres ex policías que cumplieron funciones en Las Flores en aquellos años lo recuerdan como el oficial que tomó el control de la comisaría, la madrugada que se inició el golpe de Estado. La madre de Labolita reconoció a Duret como el hombre que detuvo a su marido ese mismo día y que, un mes más tarde, secuestró por algunas horas a su nuera, Gladis D’Alessandro.

Hoy, 33 años después, Duret es coronel y está imputado por crímenes de lesa humanidad. Sigue siendo alto, delgado, rubio y con tez blanca. Fuertemente custodiado toma posición detrás de su abogado y pocas veces habla con su compañero de armas el general retirado Pedro Pablo Mansilla, imputado por los mismos crímenes y en la misma causa.

Duret mantiene su postura de hombre del ejército. Camina derecho, casi marchando. Saluda con un gesto a sus familiares que acuden a cada audiencia del juicio en el tribunal oral federal de Mar del Plata. En algunos momentos, toma nota de los dichos de los testigos y en otros, se distrae leyendo. Pero en determinado momento, se ríe. Mira hacía el frente y la sonrisa deshace toda la seriedad. Siempre es el mismo momento: cada vez que un testigo evoca la situación en la que Carlos Labolita fue llevado al regimiento de Azul, se ríe. Si el testigo declara que fue Duret el que recibió a Labolita, se ríe. Si mencionan que lo encapucharon y lo llevaron a patadas hasta adentro del aérea de Inteligencia, se ríe. Cuando aseguran que Duret le dijo al policía Cinalli que no le iba dar recibo por la entrega de Labolita, se ríe.

La risa del coronel Duret despierta la indignación de los familiares de Labolita, y de los organismos de Derechos Humanos que concurren a las audiencias. La risa de Duret intriga a los cronistas y a los fotógrafos. Seguramente él lo sabe y por eso lo hace.

No hay comentarios:

Publicar un comentario