martes, 20 de abril de 2010

Audiencia 3

Caso Labolita : Audiencia 3

Gladis D'Alessandro, declaró ayer en el juicio oral que se le sigue al general retirado Pedro Mansilla (77) y al coronel Alejandro Duret (56) por el secuestro, las torturas y la desaparición de su marido, el militante peronista Carlos Alberto Labolita secuestrado en Las Flores en abril de 1976. Fuentes extraoficiales informaron que para la audiencia de hoy se espera la presencia del ex presidente Néstor Kirchner, quien fuera compañero de militancia de Labolita.

Después de 33 años de espera ingresó al tribunal por una de las puertas del costado. Con una carpeta repleta de recuerdos de sus marido, Gladis D’ Alessandro se sentó frente a los jueces y juró decir la verdad.

La mujer, de 60 años realizó un pormenorizado relato de los hechos y de su relación con Labolita, ante el Tribunal Federal "Ad Hoc" de Mar del Plata, integrado por los jueces platenses Alejandro Esmoris, Nelson Jarazo y Carlos Rozansky.

Labolita fue detenido ilegalmente por policías bonaerenses el 25 de abril de 1976. Gladis contó que un grupo de policías se llevó a Carlos a los pocos minutos que llegaron a Las Flores y que el comisario Aníbal Lista, le dijo a su suegra que se lo llevaban por orden del teniente general del ejército Pedro Mansilla, uno de los imputados.

Dos días después de la detención, a Gladis le informan que Carlos fue trasladado al Grupo de Artillería Blindado 1 de Azul. La mujer relató que fue hasta allí para llevarle cigarrillos y un pantalón a su marido pero no pude verlo.

El primero de mayo a la madrugada Gladis dormía en la habitación de sus cuñadas en la casa de sus suegros cuando un grupo de personas de civil, armadas y calzadas con botas militares la despiertan a los golpes y de los pelos la llevan hasta la cocina. “Otro grupo lo ingresa a Carlos esposado, encapuchado, descalzo y con los pantalones que yo le había llevado el día anterior”, recordó la mujer.

"Hace cinco días que me tienen en 'la parrilla'", refirió la mujer que le alcanzó a decir esa madrugada su esposo, quien estaba esposado a la espalda "y con terribles signos de haber sido torturado", dijo. Los militares buscaban una libreta con direcciones y una valija llena de armas que nunca existieron.

Gladis señaló que en el grupo había "joven rubio y alto que estaba parado en el comedor y era que daba las ordenes”. Consultada por uno de los abogados querellantes, la mujer respondió: “Yo deduzco que era Duret, porque mi suegra (ya fallecida) dijo que era Duret, el mismo que encabezó el operativo de detención del padre de Carlos" un docente y gremialista detenido ilegalmente el 24 de marzo de 1976 y liberado en 1980.

Los militares se llevaron a Carlos y a Gladis en dos autos distintos. Por más de tres horas estuvieron dando vueltas por Las Flores. “En un momento el auto en que me llevaban se detiene y siento que el otro auto en el iba Carlos siguió de largo. Esa fue la última vez que lo vi a Carlos”, relató la testigo.

Gladis fue abandonada en una calle y sufrió varios simulacros de fusilamiento. Una voz le dijo que se quedara ahí hasta que no escuchara más ruidos. Después volvió a la casa de sus suegros.

La mujer dijo que Carlos Labolita comenzó a militar en La Plata cuando se fue a estudiar sociología. Comenzó en el peronismo de base y luego en la facultad pasó a la Juventud Universitaria Peronista. Al poco tiempo pasó a Montoneros pero en 1975 se fue porque no estaba de acuerdo con la estrategia de pasar a la clandestinidad y a la lucha armada.

Durante su relato, D’Alessandro se refirió a los años que vivió junto a Carlos en La Plata y se refirió al ex presidente Néstor Kirchner y a su esposa, la actual Presidenta de la Nación Cristina Fernández, quienes fueron amigos y compañeros de militancia.

El derrotero para encontrar a Carlos Labolita fue intenso e inútil. Tanto Gladis como su suegra fueron a ver a Mansilla al Regimiento de Azul, pero nunca obtuvieron una respuesta. "Nos maltrato, nos dijo que nosotros sabíamos en qué andaba mi esposo", señaló la mujer.

Recién en 1979, un juez les aceptó un habeas corpus. La mamá de Carlos, una mujer muy creyente, intentó que la Iglesia le tendiera una mano pero nunca les brindó ayuda. “En el pueblo éramos ‘leprosos’ la gente no quería hablarnos. Habían sembrado el terror y nadie quería acercarse. Los mismo compañeros de militancia tenían miedo también, al igual que nosotros mismos”, recordó Gladis.

La mujer no pudo contener el llanto durante las dos horas que duró su declaración. Entre lágrimas dijo: “Me destruyeron la vida porque teníamos un montón de proyectos con Carlos. La vida se nos fue pasando en una eterna búsqueda. Hoy estoy sola, porque nunca pude superar esto y volver a tener una pareja".

“En casa él no ha muerto”

Carlos Orlando Labolita vivió el secuestro y la desaparición de su hijo desde la cárcel. El 24 de marzo de 1976 un grupo de seis militares llegó hasta su casa y le comunicaron que tenían que detenerlo por averiguación de antecedentes. Esperaron que se vistiera, lo encapucharon y lo llevaron hasta la comisaría de Las Flores.

Al principio Labolita padre pensó que lo detenían por su actividad sindical. Junto a otros docentes intentaban formar un sindicato de base nucleado a Ctera en Las Flores. En el primer interrogatorio se dio cuenta que el objetivo era su hijo. “todas las preguntas eran sobre mi hijo: dónde vivía, cual era el teléfono, si sabía que era montonero”, declaró Carlos frente al tribunal oral federal.

Después de tres días en la comisaría, Carlos fue trasladado a la unidad penal 7 de Azul, allí lo ingresaron como preso político y gozaba de algunas “libertades” que no tenían los reos comunes.

En la cárcel se encontró con otros militantes de las Flores y la zona. Allí vio como un grupo de detenidos que estaban alojados en otro pabellón eran sacados de a grupos y llevados al regimiento del Ejercito de Azul. En algunos casos esas personas luego recuperaban la libertad pero en otros volvían a la celda muy torturados.

Labolita recordó que se enteró de la detención de su hijo por Rafael Amicone y José Viegas, dos militantes del sindicato Luz y Fuerza que cayeron presos. “Me dijeron que ellos venían con Carlitos pero que a él lo dejaron en el regimiento y que vieron cuando lo encapucharon y que Duret lo estaba esperando y que lo llevó a patadas para adentro del cuartel”, recordó el testigo.

Cuando Labolita padre recuperó la libertad, en 1980, se entrevistó con el chofer del camión en el que trasladaron a a su hijo junto a los dos gremialistas. El hombre le dijo que esa noche había desobedecido una orden porque él tenía que llevar primero a los sindicalistas al penal y luego a Labolita hijo al regimiento. El chofer dijo saber que Carlitos iba “a perder” entonces lo llevó primero para que los otros dos vieran donde lo dejaba y quien lo recibía.

Labolita se fue enterando de lo que ocurría con su hijo a través de sus hijas y su mujer que lo visitaban en la cárcel. De Carlos dijo: “era muy vivaz e inteligente. Siempre los hijos son lo mejor para los padres. Carlos era muy respetuoso y muy amante de la familia. Discutimos mucho por su orientación política porque yo era un maestrote la ‘vieja guardia’. Él me mostró los libros de Jauretche y Scalabrini Ortiz y descubrí el concepto de lo nacional”.

A más de 30 años de la desaparición de su hijo, Labolita asegura que “en casa Carlos no ha muerto”. Nunca se aferró a la ausencia, a la desaparición que “estos personajes (en referencia a los militares) copiaron de los militares franceses y norteamericanos”.

El testigo contó que armó una fundación en Las Flores y que trabajaron mucho para que haya un monumento que recordara a los desaparecidos de las Flores y la zona. “ese monumento es como su tumba porque el que muere tiene que estar en algún lugar”.La esposa de Labolita padre nunca pudo superar la desaparición de su hijo. Los problemas de salud se agravaron por la tristeza y murió. Antes pudo mantener un careo con el teniente coronel Alejandro Duret y lo reconoció como el hombre que comandó la detención de su marido y el secuestro de su hijo. Las hermanas de Carlos atravesaron toda su adolescencia sin su padre que estaba detenido y sin su hermano que continúa desaparecido

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