martes, 20 de abril de 2010

Audiencia 8

Caso Labolita: Audiencia 8

A diferencia del resto de los testigos, el suboficial retirado Carlos Alberto de La Rosa no salió por la puerta del frente del tribunal luego de declarar. Subido a un patrullero y con el rostro tapado con una campera fue trasladado en calidad de detenido, imputado por falso testimonio.

De La Rosa fue el tercer testigo que declaró ayer, en la octava audiencia del juicio que se le sigue al general retirado Pedro Pablo Mansilla y al coronel Alejandro Guillermo Duret por el secuestro, las torturas y el homicidio del militante peronista Carlos Alberto Labolita desaparecido el 25 de abril de 1976, en la ciudad de Las Flores.

El suboficial retirado del Ejército cumplió funciones en el Grupo de Artillería 1 de Azul. Primero revistó en la batería comando y luego, a partir de 1977, como auxiliar del oficial de Inteligencia Alejandro Guillermo Duret. Su tarea consistía en copiar en máquina de escribir los informes de inteligencia y luego entregarlos para que sean firmados por los jefes.

El testigo dijo que nunca había tomado conocimiento del caso Labolita hasta hace dos años cuando fue citado a declarar en el juzgado federal de Las Flores. Con respecto, a las tareas que desempañaban en el regimiento a partir del golpe de Estado del 24 de marzo de 1976, aseguró que nunca realizó actividades vinculadas con la lucha antisubversiva. "Hacíamos controles de rutas y en la estación de trenes. Íbamos a Las Flores y acampábamos en la ciudad", recordó el ex militar de 61 años.

En cuanto a los informes de Inteligencia que el imputado Duret le entregaba para que pasara a máquina, de La Rosa aseguró no recordar el contenido de esa documentación. En ese momento el fiscal Daniel Adler solicitó al tribunal la lectura de un fragmento de la declaración que el testigo realizó en primera instancia en el juzgado federal de Las Flores, en 2007. En aquella oportunidad, de La Rosa, dijo que los informes contenían información sobre los que se llamaban "elementos subversivos".

En un primer momento, el testigo dijo desconocer esa declaración y luego al verse "encerrado" intentó responsabilizar al juez federal de Azul diciendo que el magistrado le había sugerido que declarase que "realizaba informes sobre elementos subversivos".

La otra contradicción que llevó a de La Rosa a quedar procesado por falso testimonio, fue cuando le preguntaron si sabía quién descifraba los mensajes en clave que llegaban a la oficina de Inteligencia y dijo desconocerlo. En la declaración en primera instancia había dicho que el único que descifraba las claves era el coronel Duret.

Cansado de las mentiras y de la memoria selectiva del testigo, el fiscal Adler solicitó al tribunal que, de La Rosa sea imputado por el delito de falso testimonio y detenido de inmediato. El abogado de la familia Labolita adhirió al pedido de la fiscalía y fundamentó "que es imposible interrogar teniendo en cuenta que algunos testigos mienten descaradamente frente al tribunal".

A pesar de la oposición de los defensores de Mansilla y Duret, el tribunal resolvió –luego de un cuarto intermedio- que el suboficial del Ejército, Carlos Alberto de La Rosa sea imputado por el delito de falso testimonio estipulado en los artículos 371 y 390 del código procesal penal de la Nación. Un comisario de la Policía Federal y un agente escoltaron al testigo que fue retirado por la puerta trasera de la sala de audiencias.

Otros testigos, otras contradicciones

No recordar frente al tribunal oral federal lo dicho durante la etapa de instrucción es el denominador común de ex policías y militares que fueron citados a declarar. Durante la audiencia de ayer, otros dos testigos olvidaron lo atestiguado en primera instancia.

Jorge Oscar Pastorini (56) fue el policía que el 25 de abril de 1976 encabezó la comisión policial que detuvo a Carlos Alberto Labolita.

En aquella época, el testigo se desempeñaba como oficial de servicio en la comisaría de Las Flores. Pastorini recordó que un día -no supo precisar cual-, el comisario Aníbal Lista le ordenó dirigirse hasta la localidad de Pardo, a unos 30 kilómetros de Las Flores, para detener a Labolita. Al llegar al lugar se entrevistó con un oficial del destacamento de Pardo, quien le dijo que el buscado había vuelto a Las Flores junto a un familiar de apellido Abraham. Pastorini fue hasta la casa de Abraham y éste le dijo que había dejado a Labolita en la casa de sus padres. Abraham acompañó a la comisión policial hasta la casa de los Labolita y tuvo que anunciarse para que abrieran la puerta. Una vez en el interior de la vivienda, el policía detuvo a Carlos Alberto.

El testigo aseguró que llevó a Labolita a la comisaría y lo dejó a disposición del comisario. Cuando a los dos días regresó de su franco, supo que Labolita había sido trasladado a Azul. Pero en la declaración realizada ante el juez federal de Azul el 14 de marzo de 1984, Pastorini contó otra versión del mismo hecho. En aquella oportunidad dijo que en una reunión celebrada en la comisaría, el entonces coronel Pedro Pablo Mansilla les dijo a los policías que debían detener a Carlos Alberto Labolita. Días después cuando Pastotini descubrió que Labolita se encontraba en Las Flores, llamó a Mansilla para consultarle si todavía le interesaba la detención del militante de la JP y que él sabía dónde se encontraba. Acto seguido, partió con una comisión policial en busca de Labolita.

Al igual que el suboficial Carlos de La Rosa, Anselmo Roberto Rosas (59) fue escribiente del entonces teniente Alejandro Duret. Su función dentro de la oficina de Inteligencia del regimiento de Azul era pasar a máquina los informes manuscritos y mantener actualizada la información que se colocaba en unos paneles. Esa información –según el testigo- estaba vinculada con las altas y bajas del personal policial, con las necesidades de las escuelas y de las zonas tendientes a inundarse tras las lluvias.

Rosas aseguró que el jefe de la subunidad de Inteligencia era Duret y desconoció si el área donde él cumplía funciones realizaba tareas en la llamada "lucha contra la subversión". "La unidad sólo hacía patrullajes y controles de rutas", recordó el suboficial retirado.

El testigo dijo que en el área de Inteligencia no había listas de nombres de personas consideradas sospechosas sino que esas listas contenían los nombres del personal de las escuelas, del personal municipal y de empleados de las fábricas de la zona. La declaración realizada en noviembre de 2005 puso al descubierto la contradicción. Rosas había atestiguado frente al juez federal de Azul que existían listas con nombres de políticos y sindicalistas y que esas listas eran confeccionadas por los imputados Mansilla y Duret.

Rosas contó que las claves para descifrar los mensajes clasificados estaban en una caja fuerte a la cual tenían acceso Duret o el teniente coronel Hugo Iannaconne, quien podría ser imputado en la causa por su responsabilidad dentro del aparato represivo en el regimiento de Azul. También aseguró que nunca participó de actividades en el marco de la lucha contra la subversión. Pero otra vez, su declaración en primera instancia, lo puso al descubierto. En 2005 Rosas declaró que ante la posibilidad de una hipotética guerra con Chile por el conflicto del canal de Beagle, la lucha contra la subversión fue perdiendo importancia. Fue el juez Carlos Rozansky, quien advirtió al testigo de su contradicción y le recordó que estaba declarando bajo juramento.

Lo más inverosímil de la declaración de Rosas, sea tal vez el momento en el que recordó como se había anoticiado del caso Labolita. El testigo dijo que tomó conocimiento de lo ocurrido por los diarios de la época. Aseveró que un titular decía que un vecino de Las Flores había aparecido muerto. Cuando le consultaron si se trataba de Labolita padre o hijo, el suboficial aseguró que se trataba Labolita padre, tal vez sin saber que esa persona que estaba dando por muerta lo escuchaba sentada en la primera fila de la sala de audiencias.

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